Vilanova, 1987
(Nuria: 37 años, Dani:5 años.)
ESPEJO DE MEDIANOCHE
¿Quién eres tú? Los datos de tu pasada identidad
se van borrando como una fotografía velada. Solo quedan los
claroscuros más contrastados, las huellas que el tiempo no logra
borrar. Otras historias van cambiando. La certeza se torna impresión
y los números se disuelven en un archivo ya demasiado secreto.
Cada noche me miro al espejo.
Veo
cómo mi cara va cambiando poco a poco. Ya no tiene casi
nada que ver con las escasas fotografías que me quedan del tiempo
de mi no muy lejana juventud. No
es que me sienta vieja, no, mi ánimo es joven pero mi cara
apunta los 40.
Pero no
me cambiaría nunca por una situación
pasada, aunque tuviera entonces dinero, estatus y seguridad. La aventura
me la compraba a veces, pero mi vida estaba demasiado encuadrada para
mi gusto.
Ahora soy pobre
y rica; prefiero el 2º estado, claro, pero el
primero, como la rubéola, debes pasarlo alguna vez si quieres
ver el mundo cara a cara. Dudo
que nadie sea libre de espíritu si no ha sido pobre por
lo menos durante un tiempo.
Yo lo he pasado
varios años, ¡y no pobre del todo, pero
bastante!, y no se lo deseo a nadie. Cuando más necesitas 20
duros es cuando nadie te los puede pasar… y los niños beben
leche, toman yogur, carne, pescado, butano, casa, luz etc. etc.
Me acuerdo en Reus,
yo estaba peladísima, no tenía ni
para la comida. Tenía allí una amiga, Aurora, que era
más pobre que yo, además tenía no uno, sino 7
hijos.
Un día yo me estaba quejando de que no tenía un duro
y mi amiga me preguntó que si tenía combustible. Yo me
quedé pensando
y sí, tenía aún media bombona. ¡Pues qué más
quieres, al menos tienes combustible!
Aurora
nunca se dejaba abatir, (o al menos no se le notaban los nervios que
pasa una madre cuando a la 1 aún no tiene la comida que
comerán sus niños.
ESPEJO DE MADRUGADA
A
veces intento buscar dónde está la bondad de mi íntimo
yo y me cuesta encontrarla.
Si
me vuelvo mi propio juez, puedo ser de suave a estricto. Pero en muchas
ocasiones que dejo pasar acciones que no están nada correctas
si las juzgo un poco estrictamente….
Estricto, ¡vaya
palabra!, ¡vaya
concepto!
De pequeña yo la oía muchísimo. Donde yo viví parte
de mi niñez era una de las palabras preferidas de la gente que me rodeaba.
Vilanova, 25 Enero
2010 (Nuria: 60 años, Dani:ETERNIDAD.)
Pero en cuanto pude, ya adolescente, ví que con la palabra estricto
no se llegaba a ninguna parte y la cambié por flexibilidad.
Gracias a eso, y haciendo realidad en mi vida la teoría del junco que
se dobla frente a la tormenta, pude sobrevivir y salir a flote después
de la gran catástrofe que me sobrevino con la enfermedad y la muerte
de mi único hijo Daniel el 18 de julio del 2005. Ahora otra vez desde
hace unos años vuelvo a saborear la vida a pequeños sorbos de
felicidad, aunque no me faltan escollos en mi navegación, que procuro
ir sorteando uno a uno conforme van llegando.
Este invierno mantengo
un pulso con mi salud, que espero, como siempre ganar pronto y poder
volver a las actividades que me dan mas alegría,
subir y bajar por las cuerdas en los avencs y entrenarme para competir
en TPV (Técnicas de progresión vertical). Con esto último
se disfruta mucho, más que por las medallitas, sino por que
coges mucha soltura luego en las cuevas, y además vas comprobando
día a día como tu cuerpo, con el entreno, rinde cada
vez mas, ganando, de momento la carrera a los años.
Ayer, 24 de Enero del 2010, hice los 60. Quién me lo iba a decir, que
a estas alturas estaría tan contenta y con esta ilusión de vivir.
Y eso que yo vivo como de prestao, desde el 18 de julio del 2005 en que murió también
una parte de mi, todo lo que vivo de más es de regalo, y sin nada que
perder, todo es para más.
Mi pasado ya no es mas una daga directa al corazón, sino un dulce recuerdo
indeleble que no se borrará jamás, el tesoro mas grande de mi
alma, la dicha de haber podido compartir con Dani sus 22 años de vida
en este mundo y la esperanza azul de que hay algo mas allá donde su
alma vuela libre y feliz.
Vilanova, miércoles
13 enero de 2016
El tobogán
que da la vuelta
Parece que de la profunda brecha
que se abrió en mi pecho el primero de año
salió algo más que pena profunda,
una hadita-musa de una volada
se metió en mi cabeza atribulada.
Y descubrí que en esa
brecha tan honda
encontraba a mi niño de cuatro años.
Y el joven y rubio juglar que un día
me cantó su dulce canto medieval
me tocó con su aliento de ultratumba.
Mágicos sentimientos
me transmite
y lo siento más que nunca a mi lado;
la ha devuelto las alas a mi pluma
en versos callejeros
en un banco de mi barrio.
Lunes 10 de Enero 2016
Estoy en el parque
delante del tobogán que ya no existe
donde se desliza mi niño que ya no está.
Mi principito sabio,
mi querubín mágico.
El tobogán que da la vuelta era un señor tobogán,
Todo de de hierro, fuerte estable y bien anclado,
y una escalera bien alta, ancha y segura.
Y giraba largo cual tobogán de Aguapark.
Mi Dani de 4 años
se podía pasar horas
subiendo y bajando
en los días soleados.
Con el paso de los años
por excesivas reglas de seguridad
fue retirado por la autoridad.
Pero al Dani nadie le quita
sus horas de alegría gratis,
lanzándose por la gran pendiente curvada a toda pastilla
y aterrizando suave casi a ras de tierra-arena.
Buenos recuerdos, sí señor,
retazos de oro
de mi historia tesoro.
Eso es lo que me ha quedado,
unos recuerdos mágicos
de unos 22 años mágicos
que viví con gran intensidad.
Casi todo felicidad,
una relación maravillosa
que conservo en mi memoria
grabada con cincel de plata
en el oro de mi historia.
Dani, Dani, estés donde estés,
mi chico mágico,
hoy te mando un abrazo
de energía violeta,
de corazón a corazón.
Hasta siempre, hasta que nos
volvamos a encontrar.
Tu Mami
Nuria.
10 de Enero 2016, en mi (casi) 66 cumpleaños.
Vilanova (i la Geltrú) Noche del 25 al 26 de enero 2014
Mi casa de Vilanova en invierno es como un mundo con tres estaciones:
en dos habitaciones y la sala (si no estoy en ella) es invierno (templado)
y hace fresquito, a 11 grados, en donde estoy es primavera o verano,
a 17º (de noche) y a 20º en un día frío.
En la cocina hoy es agosto, porque acabo de usar el horno, (unas alcachofitas
peladas y cortadas a trozos finos con un poco de aceite y sal, que se han hecho
enseguida gastando poco butano y han quedado doraditas y deliciosas).
Otoño no hay porque no tengo goteras, gracias a Dios.
La temperatura del baño es intermitente: solo la caliento al acto cuando
entro, con una estufa halógena que gasta poco relativamente (400 w.
cada barra). Para ducharme la pongo estilo verano, tres barras, y no hay que
encenderla un rato antes: calienta al acto (solo lo que tiene delante, por
eso, no toda la habitación).
Y el pasillo lo tengo templadillo pues dejo la puerta del cuarto donde está el
radiador, abierta. Solo tengo un radiador, grande y de bajo consumo, con ruedas.
Ya me he acostumbrado a estos cambios de temperatura y no sabría vivir
en una casa con calefacción central.
Bueno, les llamo casas, pero donde vivo y he vivido siempre son pisos.
Así, cuando vas a cambiar de casa, si puedes escoger, mejor que dé al
SUR, y si no es una casa muy bien construida, que no sea ni un ático
ni un bajo. Los pisos de arriba y abajo te hacen de aislante.
Estoy muy bien en mi casita, me siento como un oso en su cueva.
Y está muy bien orientada: en invierno toca mucho el sol hasta bien
adentro y en verano solo toca un poquito. No es casualidad. Antes de venir
a vivir en este barrio sencillo, con árboles, plazas, muchos niños
y un parque delante, viví en el centro en una casa antigua muy bonita
pero donde no tocaba el sol más que un poco por la mañana. A
mí me gustó cuando lo ví por que tenía una pequeñísima
terraza que daba a un jardín interior con una preciosa, enorme y fantástica
higuera, casi podías coger higos desde la terraza. Pues bien, cuando
llegó el verano, todas las moscas de Vilanova iban a esa higuera, (creo
que la única en muchos km. a la redonda), y de paso visitaban las casas
vecinas. Las ventanas del piso estaban protegidas con malla pero solo que abrías
la puerta de la terraza un momento entraban a tropel. Una paranoia tremenda
y asquerosa. Odio pocas cosas, pero una de ellas son las moscas. Donde vivo
ahora nunca hay ninguna y si en verano entra una despistada la expulso rápidamente
sin insecticida, por eso: tengo un buen método (tengo una botella pulverizadora
con alcohol, le tiro, se debe de emborrachar porque queda un poco tonta, a
la tercera rociada cae al suelo y me la cargo con un poco de papel sin tocarla
para nada, claro (lo siento, budistas). Y nunca dejo una mosca volando por
casa: solo de pensar que por la noche me irá a molestar.... bueeeno...las
muy capullas siempre acaban paseándose por la cara de las personas que
duermen.
Para que no vengan las moscas ni en verano el truco es no tener nunca una basura
pasada, o sea, que toda la basura biológica la saco todo el rato que
bajo. Tengo unos cubitos pequeños que son del tamaño de las bolsas
de la fruta de los súper (esas que no se cobran), y las aprovecho todas.
(Lo siento, es que las bolsas reciclables son carísimas). Y enseguida
que se llenan o hay algo que pueda oler (como cuando como sardinas), la saco.
Además un día leí en un libro de fengshui que sacar las
basuras de la casa era como sacar los demonios de la casa. Y al diablo le llaman
también El señor de las Moscas... brrrr
Y no es que no sepa que las moscas hacen su cometido, ya se que forman parte
del proceso de descompensación de la materia muerta, proceso que es
necesario para que vuelva a surgir la vida de ella... pero bien lejos de mi
espacio, por favor.
Durante muchos años tuve unos amigos que vivían en una masía,
y que tenían cabras en los bajos de la casa. Y claro, allí había
muchísimas moscas. Allí las toleraba mejor, había tantas
por todos lados que te tenías que acostumbrar a la fuerza, pero no soportaba
que se pasearan por mis labios cuando dormía (que es lo que suelen hacer
las moscas por la noche si entran en tu cuarto), así que me hice un
invento con un colador de rejilla grande. Me lo ponía sobre la cara
y cerraba alrededor con la sábana y más ropa por arriba. Así pude
disfrutar de la vida en la masía e incluso hacer de pastora de las cabras,
lo cual es una de las cosas agradables que he hecho en la vida. (eso sí,
no era difícil por que eran pocas y muy buenas, no se escapaban aunque
no había ni perro pastor. Perros habían, pero no eran pastores.
Guauuuu, he comenzado hablando de las distintas temperaturas de mi casa de
Vilanova, pero mi cabeza me lleva ahora a esta masía, una masía
preciosa y fantástica en Sales de Llierca, cerca de Banyoles. Se llamaba
Can Serola y era de una pareja buenos amigos míos. Ahora ya se han separado
y mi amigo por circunstancias adversas la tuvo que vender. Era de las masías
bellas de la Garrotxa, con una vistas espectaculares de valles y montañas
desde los balcones y ventanas, rodeada de prados y grandes árboles,
con su huerto, su era (ya abandonada por entonces, pero se veía como
una redonda grande de gruesas baldosas que era donde molían el grano
los payeses de antaño seguramente con una yunta de bueyes y una rueda
de piedra. Supongo que era así. Las baldosas no eran baldosas exactamente,
ahora recuerdo que eran como ladrillos puestos de canto haciendo forma de espiga,
supongo que para soportar mejor el peso de la yunta de bueyes y su piedra de
moler. Luego si cogías un caminito precioso bajabas al río Burró,
lleno de gorgs (pozas en castellano) lo suficientemente profundos como para
tirarse de cabeza de las rocas redondeadas que seguían el cauce del
río. Era un río normalmente pequeñito, aunque seguro que
debía de tener crecidas bien importantes viendo la de troncos tirados
que habían cerca de él.
Si ibas subiendo por los gorgs llegabas al más grande, ya un pequeño
laguito casi redondo, rodeado de montaña que se alimentaba por una cascada.
Era in.... presionante, como diría Jesulín.
Si eras atrevido, como lo era la Mercé, que se bañaba también
en invierno, te subías por cerca de la cascada y te tirabas de una altura
considerable.
Yo nunca lo hice porque lo de escalar se me da muy mal.
Qué días aquellos, qué buenos recuerdos... esto
de escribir es lo que tiene, que empiezas hablando de las moscas y acabas
en un paraíso por arte de bilibirloque, o sea, por arte de magia.
Los cajones de nuestra mente de pronto se abren y te dejan entrar en
un salto del tiempo a momentos mágicos del pasado, que nunca volverán
a menos que sean recordados.
Ahora entiendo lo que dice Isabel Allende, una de mis ídolos,
sobre el arte de escribir. que hay que ponerse. que hay que ponerse delante
del ordenador o de la hoja aunque de momento no se te ocurra nada y que
quizás entonces salte la chispa. Yo ya sé que nunca voy
a ser una escritora como ella, que es tan fantástica, única
entre las únicas, pero con escribir algo, ya me quedo contenta.
Y si ese algo es un retazo de un buen momento vivido con la magia que
tiene un buen momento vivido... pues ha valido la pena. Al menos lo leerá mi
amigo Humberto, que está solo en Tonga, esperando una pieza de
su barco para seguir viajando en su mágico viaje interminable,
en uno de esos momentos de soledad que tenemos todos y él más
que nosotros, pues está al otro lado del mundo con casi todos
sus amigos y la gente que le quiere en las antípodas. Aunque sea
un rollo que habla de las moscas.
Los griegos también hablaban de las moscas, bueno, al menos un griego.
Ellos tenían clase de retórica en sus escuelas de filósofos,
y tenían que hacer un discurso de algo bien raro en un examen, algo
difícil de discursear, y a uno le tocó el tema LAS MOSCAS. No
me acuerdo muy bien de ello, pero lo logró y muy bien.
El gran Pablo Neruda también se propuso hacer escritos de cosas raras,
y escribió su magnífica ODA AL HÍGADO. Buauuuu, es fantástico
lo que llega a decir del hígado en esa oda. Todos los médicos
y los que tienen el hígado tocado, todos los que intentan estropeárselo
a base de alcohol, todos los que nos lo estropeamos involuntariamente a base
de medicación tendríamos que leer, o mejor oír con su
propia voz, la ODA AL HíGADO de PABLO NERUDA. Yo la tenía, tenía
el disco antiguo de poemas de Neruda recitados por el mismo, pero este verano
pasé una fortísima crisis existencial y me volví loca,
y vacié mi casa por completo, deshaciéndome de lo que más
quería. Eso sí, dejé mi casa que parecía un monasterio
zen, vacía, vacía, vacía y blanca, blanca, blanca. Solo
la cama, cuatro muebles, seis cosas de ropa de cada y poca cosa más.
Bueno, el ordenador lo conservé porque es mi herramienta de trabajo.
Luego cuando se me pasó la Krisis, empecé a añorar los
colores en mi vida, esos colores que de siempre me han acompañado, en
verdad no soy tan sencilla como pretendía ser.
Por una parte me fue muy bien pero por otra me pasé un pueblo
y medio desmontando mi casa hasta los cimientos, tenía que haber
sido un poco más objetiva, más fría, menos apasionada
en mi manía de vaciarme de todo. Pues llegó la hora de
ir a trabajar y casi no tenía nada que ponerme, pues las cosas
se ensucian y si no quieres ir lavando cada día tienes que tener
un poco de surtido, y tampoco puedes ir siempre igual al trabajo porque
parece que no te cambies nunca. Pero los ángeles de la suerte
me acompañaron y pude recuperar parte de mis cosas, no todas,
(mejor, porque tenía demasiadas), pero unas pocas. Ahora mi casa
vuelve a ser de colores, aunque no tanto, porque era demasiado. Al final
he visto que la cosa ha sido para mejor, ahora vivo mejor, todo el horizonte
más despejado, He fet net, como decimos los catalanes (He fet
net significa He hecho limpio y eso no se emplea refiriéndose
a la limpieza física, sino a que te has sacado de encima cosas
que en verdad te molestaban, todo muy estilo fengshui, vaya).
Uy, es la una y cuarto de la madrugada, se me ha pasado superdeprisa
el rato... bona nit.
me voy a leer un poco antes de dormir. chao.
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