El Holandés Errante de Calafell
ACERCANDONOS
A LAS GALÁPAGOS
(Notas de Nuria) Un sábado no se cual
Acercándonos a las Galápagos rumbo a la pequeña isla
de Genovesa. Aún no ha salido la luna, son las 9 menos cuarto. El barco
avanza a 2 millas y media, que para nosotros ahora es ¡muchísimo!,
pues las corrientes, casi siempre en contra son muy fuertes. Ahora las debemos
tener un poco a favor, pues andamos para adelante. Hace muchos días
que ya no nos queda gasoil, pues desde la isla del Coco todo fueron calmas
y corrientes en contra. Además se nos rompió el piloto automático
hace días y al faltar el viento tampoco funciona el piloto de viento,
así que ahora hacemos guardias, siempre a la caña del timón.
Al único barco que encontramos después de muchísimos
días solitarios, le pedimos gasoil por radio. Primero creíamos
que era una barca de pesca. Le perseguimos un rato desviándonos de
nuestro rumbo y gastando nuestro escaso gasoil, pero parecía no entendernos,
aunque se lo dijimos en español e inglés. Pero pasó de
largo y desapareció. ¡Pero al cabo de un rato dio la vuelta,
y nos llamó por radio! Así que nos acercamos otra vez. No era
una barquita de pesca, era un trasatlántico japonés enorme,
que se paró en medio del Pacífico para ayudarnos.
Aunque no había viento el agua subía y bajaba en grandes colinas
suaves. Fueron 2 maniobras muy peligrosas para un velero (una por cada bidón
que nos pasaron). La primera nos acercamos de lado y la segunda de proa. Ellos
habían abierto una compuerta lateral a un nivel de unos 4 metros y
medio sobre el nuestro y balanceaban el bidón con una cuerda a ver
si lo pescaba Huub que iba en la proa. Yo iba al timón y era la encargada
de cambiar las marchas de adelante y atrás, y la velocidad. Era tremendo
ver nuestro mástil balanceándose a 2 metros mas o menos del
coloso, debajo de sus barcas de salvamento que estaban colgadas encima nuestro.
Era una maniobra muy peligrosa y nos mantuvo el alma en un puño. A
la vez era impresionante, parecíamos una cáscara de nuez junto
al Titánic iluminado por mil bombillas. Y todos los cientos de pasajeros
y marineros mirándolo todo. Muchos hacían fotos y hasta cine,
pero nosotros solo conservamos esta escena en el recuerdo.
Lo malo fue que en los bidones no hay gasoil, no sabemos si es gasolina o
queroseno, y en las latas todo está escrito en japonés. Así
que seguimos navegando a vela, ciñendo a rabiar, con unas corrientes
que quieren llevarnos mas allá de las Galápagos, Pacífico
adelante. Pero lo estamos logrando. Sudando cada milla ganada. Ahora gracias
a dios sopla vientecillo y parece que la batalla está casi ganada...
... Y llegamos, casi de refilón, por eso, por que las corrientes eran fuertísimas y estaban empeñadas en llevarnos hacia la Polinesia antes de hora. después de consultarlo por radio con otros barcos decidimos acercarnos a nuestra casi única opción, la isla de Genovesa.
ISLA GENOVESA, bahía Darwin
...En nuestra segunda etapa del Pacífico, después de nuestra escala en la isla del Coco, nos quedamos sin gasoil y fuimos a parar a la a isla de Genovesa, una isla prohibida para cualquier velero que no sea los cuatro o cinco barcos que son del parque natural de las Galapagos y que llevan turistas y cientificos en viajes controlados solo 2 días o tres a la semana, y que desembarcan un rato y se vuelven a marchar enseguida. Es una isla casi redonda con forma de croissant con una bahía en medio. La bahía Darwin debe de ser uno de los más hermosos lugares de la tierra. La bahía, formada por un cráter, es casi un círculo perfecto, abierto al mar por un lado, y al fondo hay una playita blanca llena de leones marinos y grandes aves de diferentes especies que no tenían miedo del hombre. Ningun animal se asustaba si te acercabas sin molestarlo, estaban allí, tomando el sol en la arena, reposando en sus nidos y las fragaras con sus pechos rojos hinchados haciendo la corte a sus parejas.
Nosotros tuvimos la suerte de poder estar allí solos 2 días, hasta que llegó uno de estos barcos, que nos vino a avisar de que allí no se podía estar. Le explicamos nuestro problema de combustible, sin el cual era casi imposible llegar a otra isla pues allí hay muchos arrecifes y corrientes que hacen casi imposible llegar a puerto solo a vela. Se portaron fantástico con nosotros, nos invitaron a subir y visitar su barco y nos dieron de todo, gasoil para llegar, agua, un rosbeef gigante y un montón más de comida que devoramos, pues también veníamos escasos de víveres.
En los 2 días que estuvimos fondeados allí pudimos disfrutar del magnífico espectáculo de cientos de grandes pájaros piqueros que pescan de una manera muy divertida. van todos volando y empiezan a lanzarse en picado perpendicularmente al agua uno a uno. Cuando están todos en el agua con sus peces vuelven todos a volar y vuela a empezar. Y mientras tanto otras aves, las magníficas fragatas se lanzan contra ellos para robarles los pescados. Te podías pasar horas mirando.
Una elegante fragata volando
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